Jornada Pro Orantibus 2018
“Solo quiero que le miréis a Él”
Domingo, 27 de mayo de 2018
(Solemnidad de la Santísima Trinidad)
“Solo quiero que le miréis a Él”
Domingo, 27 de mayo de 2018
(Solemnidad de la Santísima Trinidad)
El domingo 27 de mayo,
solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebra la Jornada Pro Orantibus. Los
obispos españoles, en el Año Jubilar Teresiano, proponen como lema la
invitación de Santa Teresa, “Solo quiero que le miréis a Él“. Además
manifiestan “el agradecimiento y, a la vez, el apoyo paternal a los
innumerables hombres y mujeres que esparcidos por la geografía española
mantienen vivo el ideal religioso de la vida contemplativa”.
Desde que el papa san
Juan Pablo II en su exhortación Vita consecrata, en 1996, propuso a todos los
consagrados «contemplar el rostro radiante de Cristo» con el fin de
reconocer los rasgos esenciales de la vida consagrada, el Magisterio pontificio
ha desarrollado una teología espiritual centrada en la búsqueda del rostro de
Dios. El documento Caminar desde Cristo (2002), después de afirmar que «las personas
consagradas, contemplando el rostro crucificado y glorioso de Cristo y
testimoniando su amor en el mundo, acogen con gozo, al inicio del tercer
milenio el camino que la vida consagrada debe emprender», se
preguntaba y respondía: «¿dónde contemplar concretamente el rostro de Cristo?
Hay una multiplicidad de presencias que es preciso descubrir de manera siempre
nueva».
Años después, El
servicio de la autoridad y la obediencia (2008) presentó la vida consagrada como
testimonio de la búsqueda de Dios, e iluminó el ejercicio de la autoridad y la
vivencia de la obediencia a partir del Salmo 26: «Tu rostro buscaré,
Señor». «La búsqueda del rostro de Dios» vuelve a ser el
punto de partida de la constitución apostólica Vultum Dei Quaerere (2016) sobre
la vida contemplativa femenina. Se afirma que las personas consagradas «son
llamadas a descubrir los signos de la presencia de Dios en la vida cotidiana
(…) en un mundo que ignora su presencia».
Y para superar los
actuales desafíos de la vida consagrada la Congregación vaticana para la vida
consagrada ofrece en "A vino nuevo en odres nuevos"
orientaciones concretas que parten de «la novedad del estilo con que Jesús
revela al mundo el rostro misericordioso del Padre».
La búsqueda de Dios
pertenece a la historia del hombre. La búsqueda de lo divino, incluso muchas
veces de modo inconsciente, forma parte del aspecto religioso
del ser humano. «Tu rostro buscaré» cantaba el salmista del Antiguo
Testamento. Y Jesucristo provocaba esta búsqueda entre sus seguidores: ¿qué buscáis?. «Nadie podrá quitar nunca del corazón de la persona humana la
búsqueda de Aquel de quien la Biblia dice “Él lo es todo” como
tampoco la de los caminos para alcanzarlo.
La búsqueda de Dios no
es pura curiosidad, ni simple ansia de saber o capricho humano. El hombre busca
agradar a Dios pues reconoce que la divina voluntad es «una voluntad amiga,
benévola, que quiere nuestra realización, que desea sobre todo la libre
respuesta de amor al amor suyo, para convertirnos en instrumentos del amor
divino».
La inspiración
originaria de la vida consagrada «está en la búsqueda de la conformación cada
vez más plena con el Señor». En efecto, el consagrado, con su vida y
misión, es signo profético que testimonia al mundo los rasgos esenciales de la
persona, plenamente humana y divina, de Cristo. «La persona consagrada es
testimonio de compromiso gozoso, al tiempo que laborioso, de la búsqueda asidua
de la voluntad divina» y de los medios para conocerla y para vivirla
con perseverancia.
Más aún, «para cada
consagrado y consagrada el gran desafío consiste en la capacidad de seguir
buscando a Dios con los ojos de la fe en un mundo que ignora su presencia». El apartarse del mundo les permite descubrir con mejor perspectiva la
presencia de Dios en el corazón del mundo y, al mismo tiempo, sus comunidades
son luz en el candelero y ciudad en lo alto de la montaña que
indica el camino que debiera recorrer la humanidad.
De modo especial, la
vida contemplativa es la forma de consagración privilegiada por la que tantos
hombres y mujeres, dejando la vida según el mundo, buscan a Dios y se dedican a
Él, no anteponiendo nada al amor de Cristo. «Los monasterios han
sido y siguen siendo, en el corazón de la Iglesia y del mundo, un signo
elocuente de comunión, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas
del espíritu». La dinámica propia de la vida contemplativa, que
armoniza la vida interior y el trabajo, junto con la obediencia, la
estabilidad, la celebración de la liturgia y la meditación de la Palabra se
convierte en una verdadera «peregrinación en busca del Dios verdadero» y en un
«camino de configuración a Cristo Señor», cuya fuente es la contemplación
del rostro de trasfigurado por la Pasión, muerte y Resurrección del Hijo de
Dios.
En el Año Jubilar Teresiano
¡Quién mejor que la
santa andariega, peregrina por los caminos del espíritu, para indicarnos la
necesidad de contemplar a Jesús! «Solo quiero que le miréis a Él» es la fuerte
invitación de santa Teresa a todos nosotros en el primer Año Jubilar Teresiano
concedido por el santo padre a la Iglesia española y en particular a la
diócesis abulense.
Los obispos españoles
proponen dicha invitación como lema de la Jornada «Pro orantibus» de este año
y, de este modo manifiestan el agradecimiento y, a la vez, el apoyo paternal a
los innumerables hombres y mujeres que esparcidos por la geografía española
mantienen vivo el ideal religioso de la vida contemplativa.
«Solo quiero que le
miréis a Él» implica una doble peregrinación en la espiritualidad de santa
Teresa, que recoge magistralmente en uno de sus poemas que lleva el título:
«Alma, buscarte has en Mí», pero que concluye con el verso «y a Mí buscarme has
en ti».
El primer momento de
esta peregrinación consiste en un camino de interioridad: «a Mí buscarme has en
ti», en la que la persona contemplativa, y con ella todo bautizado, peregrina
hacia su interior dónde descubrirá, gozosa, la presencia del amor divino y la
respuesta del amor humano a su Dios y Esposo.
La trascendencia es el
camino ascendente de la peregrinación espiritual. El corazón que ha descubierto
y contemplado a Dios en su interior, se eleva hacia Él y acoge su indicación:
«Alma, buscarte has en Mí». Se trata ahora de descubrir como la propia alma
está inmersa en Dios como el agua en la esponja.
En esta jornada de la
vida contemplativa, que la Iglesia en España celebra el domingo de la Santísima
Trinidad, invitamos a todos los hombres y mujeres que, siguiendo la invitación
divina, han asumido esta forma de consagración, a buscar a Cristo en su propio
corazón y descubrirse ellos mismos en el Corazón de Cristo. Así serán
auténticos testimonios para todos los fieles y para el mundo entero.
Conferencia Episcopal Española
Madrid, 27 de mayo de 2018
Solemnidad
de la Santísima Trinidad
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